miércoles, 9 de marzo de 2011

¡Tómame o estás muerto! (I)

Por: Nelly Arcan
Traducción: Isbel Alba



Quizá ya hayas sido la víctima desconcertada, en un momento u otro, de un ex o un pariente al que sacaste de tu vida. Víctima de su rechazo categórico a ser apartada, pues esta persona quería que la dejaras estar cerca, cerca de tu corazón, quería que la amaras para siempre, lo exigía. Te ordenaba: ¡ámame, si no te mato!

Cuando eso se prolonga se convierte en algo aterrador. Al consentir mutuamente comienzas a sufrir al otro que se impone. De ser comprensivo, un buen actor dispuesto a escuchar, de la vaga piedad que vas resintiendo, vas pasando al desconcierto. Pronto estarás asustado.

El terrorista de tu amor forzado, el demandante de tus puertas que exige permanezcan abiertas para él, el querellante que está convencido de que le debes algo, una reivindicación o indemnización e incluso, dinero, se convierte en hostigador.

Y, créeme, eso le socava su hombría. Hablo con conocimiento de causa. Recientemente he sido testigo de las tácticas desmoralizantes y exasperantes, de las amenazas de un hostigador.

Llama continuamente. Escribe sin parar largos mensajes de correo electrónico aparentemente estructurados en los cuales el hilo conductor se deshace en demasiadas emociones, insultos y una voluntad de desvalorizarte. Una lista de la monstruosidad que en lo sucesivo representas, pues lo rechazaste. Un crimen. Una lesa majestad. Envía textos. Por paquetes de doce, como rosas venenosas, carnívoras. Todos los días.

Porque el perseguidor no suelta prenda. De hecho, muchas veces esa es su única ocupación. Durante la descarga cotidiana, el tono cambia: inventario de los daños sufridos; luego, si no muerdes, la requisitoria comienza a oler a amenaza. Sobre todo, la de desmoralizarte delante de tus amigos, empleados y colegas. Luego, si aún así no muerdes, vienen otras amenazas, más concretas. Por ejemplo, la de perseguirte judicialmente. Emplazamientos, procesos. Con frecuencia, sin bases reales.

De manera perniciosa, el perseguidor comienza a consumir tu energía, a contaminar tu vida. Te mantienes en vilo.



Fuente: Internet

Cada llamada te provoca un sobresalto. El número aparece como privado en tu pantalla, dudas, no respondes. Cada texto, que no puedes impedirte leer, genera una bola de angustia en el vientre.

“Last call. Si no me das lo que quiero, te lo haré pagar. Aguántate, te va a doler”.

O si no:

“Tu vida será un infierno”.

Podría ser gracioso. Porque esta manera grandilocuente de anunciar el fin de tu mundo tiene algo de risible. Sólo que es el texto número 500 que recibes en una semana. Llamas a tu compañía de teléfono, te anuncian que es imposible bloquear un número en tu celular. Te hacen caer en la cuenta que de todos modos la furia personificada que te fastidia te podría llamar desde cualquier otro teléfono.

Vas a la policía, la policía te dice que, incluso si se abre un proceso judicial, no lo pueden obligar a callarse. En suma: ninguna ley le impide a una persona llamarte, enviarte mensajes de textos y correos electrónicos cuantas veces le venga en gana. O sea, sin parar.

(Continuará)

4 comentarios:

  1. MI querida Isbel, estos articulos me afectan mucho pues en varios casos reales que em ha tocado ver de muy cerca no ha terminado bien, he tenido alguna amiga que murio en el intento de escapar de esas relaciones tan destructivas....
    Espero que a muchas otras les pueda ayudar a salir de ese circulo y llenarse de mucho valor para seguir la vida.

    Que hayan pasado las 3 maravillosas mujercitas en la casa un dia muy lindo!!

    Cariños,

    CARLA

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  2. Carlita, lo siento mucho por tu amiga. Así es, en ocasiones este tipo de relaciones acaba mal. Lo peor viene cuando uno cede. Tengo una amiga que está pasando por algo así. Su vida por momentos parece un infierno.

    Sin embargo, en estos casos, cuando se toma una resolución, lo importante es mantenerse en sus trece y no mirar atrás.

    Ayer estuvimos en casa. Estoy muy enferma en estos días, con un catarro infernal. Estoy molida. Espero que tú y la Sarita hayan pasado un lindo día.

    Gracias por pasar y comentar.

    Besos.

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  3. Lamento lo de la amiga de Carla...

    Gracias, Is. Lo subo a Facebook y Twitter.

    Abrazos,
    A

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  4. Gracias por difundirlo, Ale. Sí, lo que le sucedió a la amiga de Carla es lo peor que puede llegar a ocurrir en estos casos. La vida de una persona es siempre algo precioso.

    Pero si leiste el post anterior, yo también le dedico este artículo a las mujeres de Cuba y a todos aquellos que sufren la represión en carne propia.

    Mucha gente no es capaz de ver la relación, porque la despropoción de fuerzas es descomunal. Les parece una comparación descabellada.

    Sin embargo, tener al Estado presionando, sitiando, persiguiendo y vigilando en permanencia a ciudadanos comunes y corrientes es una de las peores maneras de vivir el acoso.

    En el caso de una dictadura, la persona queda completamente a la merced de su perseguidor porque no hay aparato legal al cual recurrir.

    Un tema para reflexionar en serio.

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¿Y qué tú crees?

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