domingo, 26 de septiembre de 2010

Alejandra Pizarnik, in memoria

 Alejandra Pizarnik (1936-1972). Fuente: Internet

Hace a penas un día se cumplió el aniversario 38 del deceso de Alejandra Pizarnik. Considerada una de  las voces líricas más  significativas de su generación, fue en mi opinión, una de las más relevantes de la poesía intimista latinoamericana del S. XX. 

Desde su debut literario sus poemarios fueron bien recibidos por la critica más exigente.  Prueba de  ello: su libro "Arbol de Diana" (1962) fue prólogado por el poeta mexicano Octavio Paz. 

Alejandra Pizarnik es de esas figuras sobre las que siempre vuelvo. Este apurado texto no es el que ella merece. Sin embargo, no quería dejar de subrayar la fecha. 

Por eso, aquí les dejo una breve reseña biográfica tomada del sitio iEspaña, donde encontrarán mucha más información sobre su obra. 

Para concluir, como no podía ser de otra manera en este aniversario, les regalo  "La última inocencia". Comprobarán  que "de pocos poemas puede decirse, tanto como de los suyos, que deslumbra su luz y que aterra su sombra"( Ruth Toledano).

Al final, va un raro video que encontré en YouTube. Para que escuchen a la heredera de aquel "silencio poblado de voces".  

Biografía

Alejandra Pizarnik nació en Buenos Aires, el 29 de Abril de 1936. Estudió filosofía y letras en la Universidad de Buenos Aires y, más tarde, pintura con Juan Batlle Planas.

Entre 1960 y 1964, Pizarnik vivió en París donde trabajó para la revista "Cuadernos" y algunas editoriales francesas, publicó poemas y críticas en varios diarios, tradujo a Antonin Artaud, Henri Michaux, Aimé Cesairé, e Yves Bonnefoy, y estudió historia de la religión y literatura francesa en la Sorbona. Luego de su retorno a Buenos Aires, Pizarnik publicó tres de sus principales volúmenes, "Los trabajos y las noches", "Extracción de la piedra de locura" y "El infierno musical", así como su trabajo en prosa "La condesa sangrienta".

El 25 de septiembre de 1972, mientras pasaba un fin de semana fuera de la clínica siquiátrica donde estaba internada, Pizarnik murió de una sobredosis intencional de seconal.

La última inocencia

Partir
en cuerpo y alma
partir.

Partir
deshacerse de las miradas
piedras opresoras
que duermen en la garganta.

He de partir
no más inercia bajo el sol
no más sangre anonadada
no más fila para morir.

He de partir
Pero arremete ¡viajera!

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