jueves, 26 de agosto de 2010

De los medios, el activismo y el cinismo en la era de Internet (II)

Como ocurre siempre en todas partes, la gente sólo ve lo que quiere ver.  Sobre todo en estas sociedades  donde no se puede tocar nada que perturbe el sacrosanto confort de los ciudadanos primermundistas.

Por ejemplo,  en el caso de los canadienses, dejar de pasar sus vacaciones bajo el sol de Cuba forma parte de esos sacrificios que no están dispuestos a hacer. 


Fuente: IMDb

Hace ya muchos años el cineasta Denys Arcand, uno de los intelectuales quebequenses más lúcidos de estos tiempos, lo resumió magistralmente en su célebre Le déclin de l'empire américain

Para Arcand, estas son sociedades enfermas y decadentes donde lo único que está valorizado es aquello que nos brinda un placer inmediato proporcionándonos un sentimiento de falso bienestar con nosotros mismos.

Así pues, determinado tipo de activismo también forma parte de esos pequeños esfuerzos que algunos ciudadanos  se permiten para poder mirarse al espejo cada mañana.   Por eso se convierten fácilmente en simulacro pues ahí no cabe nada que conlleve gran esfuerzo. 

Se trata sobre todo de defender "causas" que nos devuelvan una imágen agradable sin interferir  con nuestra idea societal de la felicidad. 

De modo que hoy en día en países que podrían hacer toda la diferencia, el verdadero activismo, ese que hace posible que las cosas cambien,  se ve afectado por la más prosaica de las discriminaciones. Esa que  nos dicta nuestra hedonista subjetividad: la satisfacción de nuestros deseos más básicos.


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