Con gran placer publico en Chez Isabella este texto que nos dedicara nuestro querido profesor de literatura Osvaldo Raya, a nosotras, las mujeres. Para quienes lo conocen, su sensibilidad y agudeza no serán noticias. Para los lectores que aquí lo descubran, sólo puedo decirles que Raya fue nuestro maestro durante el preuniversitario, allá a finales de los 80, en los años que frecuentábamos el Guiteras. Raya no sólo nos impartió las mejores clases de literatura que hayamos recibido alguna vez educándonos en el amor a la verdad, cultivando el pensamiento martiano; también fue profesor de teatro, animó talleres literarios y compartió junto a nosotros momentos de alegría que nos llenaron de plenitud, momentos que muchos tuvimos la lucidez de vivir con los ojos bien abiertos, reconociéndolos como parte de los instantes más bellos de nuestra existencia. Actualmente vive exiliado en Miami y para bien de muchos todavía enseña.
Hoy, conmovida por su altruismo, quiero compartir con él y los protagonistas de aquellos eventos memorables estas imágenes sacadas del baúl de mis recuerdos. Son de nuestra última escuela al campo en Pinar del Río, campamento Santa Fe (1989), lugar donde Raya dirigía nuestro grupo de teatro. Los que aparecemos junto a él éramos sus actores por aquel entonces.
Mi querido profesor y amigo, sólo quiero darte las gracias por enseñarnos a mirar hacia adentro. También por haber sido el primero en inculcarnos el amor por el saber auténtico, por mostrarnos que era posible vivir para defender ideas y proyectos propios. Gracias por la pasión con que nos educaste, la misma que trato de transmitir hoy cuando enseño, porque para ser fieles a tu evangelio no puede ser de otra manera, Osvaldo: amor con amor se paga.
Aquí arriba, de izquierda a derecha, comenzando por la fila de arriba: Jazmina, Raya, Isbel; en la fila de abajo: el Ruso, Orietta, Amaury y Luis.
En esta foto: agachado en primera fila Carlitos, « el químico », que era el Jefe del campamento Santa Fe; detrás, Isbel; tercera fila de izquierda a derecha : Amaury (mi pareja en la obra del Sol y la Luna) y su novia por aquel entonces (me disculpo; no recuerdo su nombre), Raya, el Ruso y Luis; en la cuarta fila Jazmina y Orietta sobre el tractor.
En esta foto de izquierda a derecha: Jazmina, Amaury, Raya, el Ruso, Isbel y Orietta.
Sábado 18 de abril de 2009
A mis amigas y a mis ex alumnas, en homenaje a su arrojo.
A veces el macho cabrío en mitad de la montaña se echa, se detiene, hace un nudo de sí mismo, se tranca y cae. Y se lo puede ver hastiado y sin fe, durmiendo tres veces en la tarde la misma siesta; porque ya le ha parecido excesivamente agotador y largo el camino a la cumbre. Y es la hembra, entonces, quien toma su lugar y no renuncia. Con su cautela de cabra, se empina y reemprende el viaje hasta lo alto; a desplazar, incluso, de su trono, al águila soberbia. Y lo logra; y quedan, los suyos ‒incluyendo al macho‒, por fin, a salvo.
Y hay mujeres así, que empujan más que su hombre. Es ahí cuando tanto el macho cabrío como el hombre entran en pánico y se sienten con el orgullo demasiado herido y la antigua prepotencia acribillada. Una insólita virilidad ‒esa muy femenina virilidad de ying que asume el yang‒ los desafía y se impone la proverbial intolerancia del falo absoluto y único que decide derribar a ese otro falo ‒o aura de hembra con los colores de lo fálico‒ que se le aproxime o pretenda competir y ganar en las lides de su circo. Mas… ¡qué tontería! Ahora, aun echado, al lado de los áspides, el macho estalla de celos o de envidia y comienza la guerrita sucia, la ofensa. Él trata de humillarla a ella y le apunta ‒él‒ con su alabarda para derribarla de su ínfula nueva y tumbarle ‒a ella‒ el ala que le he crecido en los costados.
Y no. Yo no entiendo. ¿Por qué mejor el esposo no se siente más bien honrado y orgulloso, inflado de la gloria de la gran mujer que tiene y reconoce su instinto agencioso y sus esfuerzos; en vez de minimizarla a toda costa y hacerle creer, todos los días, que es incapaz ‒aunque esté viendo que sí, que es bien capaz y que de tal capacidad se beneficia‒ y que es ella la inútil, la estúpida, la inapetente y la que hace todo mal, hasta el sexo? ¿Por qué en lugar de zaherirla y criticarla no la premia y la pone en un altar de besos y de flores frescas, y junta su hombro incólume con el de ella? ¡Ah… pero ya entiendo!: Ese varón no es tan varón. Y sé más: El que se sabe pequeño no quiere crecer ‒no se esfuerza‒ y prefiere retorcerse y susurrarle al gigante la hiel y los dardos que van directo al alma noble y frágil y atizan la culpa y el descrédito de lo propio; con tal que se arrodille ‒el gigante‒ y se ponga a la altura de la hormiga.
Pero el hombre grande ‒o la mujer‒ es grande siempre; incluso, si se agacha para comer en la mesa del enano.
http://osvaldo-raya.blogspot.com/
Me ha gustado mucho la frase final...
ResponderEliminar"Pero el hombre-o la mujer-es grande siempre; incluso, si se agacha para comer en la mesa del enano"...
Y, como dijo B.Juárez:
"El respeto al derecho ajeno es la Paz"
Profe Caridad, ¡qué bella! Gracias por dejarnos su comentario. Un abrazo.
ResponderEliminarDejame er, dejame ver, dejame ver, que fue lo que mas disfrute? La introduccion, llena de esa prosa poetica y nostalgica que solo aquellos que estabamos en el "pre" en los 80 (Saul Delgado 86-89) conocemos? O fueron las fotos que me devolvieron el grato recuerdo de la etapa al campo? O fue el texto, magistral texto, poetico texto de tu profesor de literatura que me conmovio? Fue todo, el articulo, el tono y la pasion. Todo. Gracias.
ResponderEliminarSaludos desde Londres.
un altar de besos y de flores frescas es lo que necesitamos todas las mujeres.
ResponderEliminarmuy lindo el escrito. muy lindo.
un beso
Cuban: así es, amigo, ¡qué románticos, qué soñadores y hermosos salimos los que formamos parte de esa generación! Estuviste en el Saúl en la misma época en que nosotros estuvimos en el Guiteras. Sólo hay que ver sitios como Generación Asere (Tony, Saúl Delgado) o como el de Miami Teatro Estudio (Ernesto García, Antonio Guiteras) donde se devela el pensamiento y/o la obra de sus autores y uno se da cuenta que nada se perdió con nosotros. Claro, en medio de la debacle, tuvimos la suerte de tener algunos excelentes maestros. A nosotros nos tocó Raya y otros que tenían el credo de educar, de hacernos hombres y mujeres listos para la vida. Con tristeza debo confesar que hace poco vi un video sobre la prostitución juvenil en Cuba. La mayor parte del mismo fue filmado en lo que antes fuera el Guiteras. Muchachas que ejercen la prostitución desde edad temprana, chicos que estudian con ellas devenidos chulos que le ponen los contactos y sobornan a las profesoras para que haga la vista gorda ¡Aquello me mató! ¡Qué deprimente! Hay una diferencia abismal entre nuestra juventud, cargada de ilusiones, de poesía y la de estos muchachos de hoy. No sé a quién hay que responsabilizar. Recuerdo el chiste de "la culpa la tiene el sistema" y creo que no deja de tener razón. Lo único que me ayuda a no perder la fe en el mejoramiento humano es ver a otros como Claudia, Yoani, Lía, Claudio, jóvenes que aun tienen el sueño de un proyecto social. No obstante, no puedo dejar de sentir pena por las nuevas generaciones ya que como se ha denunciado en numerosas ocasiones en los blogs, la calidad de los profesores de ahora es pésima. Sin eso y con la familia deteriorada, ¿qué podemos esperar del "hombre nuevo"? Es triste reconocerlo pero no nos quedaba otro camino que el exilio.
ResponderEliminarGrettel: hace unos días te dejé un comentario después de leer tu texto sobre las mujeres en la playa; luego pasé y no lo ví. Eso a veces me pasa. Ignoro cuál es la razón. Bueno, te decía que el texto era bellísimo, que me habías conmovido, también que el sitio de la Casa Amarilla no me abría, pero anoche volví a pasar y sí funcionó. Te comentaba que aquí en Montréal también hay albergues y asociaciones para apoyar a las mujeres, que es un trabajo muy necesario y hermoso y que si eso es a lo que te dedicas, debes ser muy dichosa al poder ayudar a tanta gente necesitada. También comparto ese amor y pasión por mis amigas y creo que las mujeres son seres maravillosos. Ahora me voy a referir al artículo de nuestro Raya. El texto es doblemente bello, en primer lugar porque en su estilo de riqueza inigualable les reconoce a las féminas esa grandeza y fuerza que las caracteriza; en segundo lugar, porque viene de un hombre cuya sensibilidad es excepcional. Sabía que te iba a gustar.
Le pasaré estos comentarios a Raya. A todos,un fuerte abrazo y gracias por pasar.
Tuve excelentes profesores en Cuba a quienes me gustaria darles las gracias como lo acabas de hacer tú. saludos
ResponderEliminarGaviota: ¡pues adelante! Para agradecer nunca es tarde. Saludos y gracias por pasar.
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