domingo, 31 de enero de 2010

Todos los idiotas admiran a Salinger, por Tersites

Nota: el pasado miércoles 27 de enero 2010 murió el escritor norteamericano  J.D. Salinger. El hecho desató una incontinencia noticiosa que  el bizarro autor -amante de la reclusión- habría detestado hasta las naúseas. En medio de semejante fenómeno mediático, he encontrado el siguiente artículo en el blog Tersites. Me he tomado la libertad de reproducirlo porque no creo ser capaz de aportar más sobre el tema y superar lo dicho. Una verdadera joya que los invito a leer pues pienso es lo más objetivo y sincero que he leído sobre este peculiar intelectual al que sólo le interesaba escribir y ser olvidado. Espero lo disfruten. 


Portada de la primera edición de "The Catcher in the Rye" (1951) por Little Brown & Company, novela de J.D. Salinger que en Cuba se conoce bajo el título "El guardián en el trigal". Foto Bookpoi.

Todos los idiotas admiran a Salinger

Por:  Tersites

Todos los idiotas admiran a J. D. Salinger, un tímido adolescente de 91 años que murió el miércoles en Cornish, New Hampshire.

Es injusto juzgar a un escritor por sus admiradores, pero prefiero ser injusto en este caso. No creo que Salinger sea inocente: merece que lo consideremos "guilty by association". Algo perverso tendría Marx para que psicópatas genocidas como Lenin o Pol Pot lo admiraran, digo yo. La afición hitleriana por Wagner no puede ser tampoco una coincidencia. Ni que Mark David Chapman, el asesino de Lennon, se dedicara a releer The Catcher in the Rye después de aliviar al inglés del deber de acostarse con Yoko Ono

Uno no siempre logra sobreponerse a esos detalles a la hora de leer su obra. Digamos que sus seguidores han hecho de la lectura de Salinger una afición vergonzosa. Gracias a Dios, una piadosa inundación que tuvimos en el sótano el mes pasado me expurgó la biblioteca de todos sus libros. (El agua como crítica literaria.)

Por lo demás, desde hace tiempo me cuido de mencionar su nombre en público. Evito las conversaciones sobre su obra y hasta me hago el imbécil cuando al pasar por el Central Park mi hija infaliblemente me pregunta: "Where do the ducks go, dad? I wonder if some guy come in a truck and takes them away to a zoo or something."

La raíz del asunto está quizás en nuestra incapacidad para moderar nuestros entusiasmos, como recomendaría Larry David. Los idiotas no se conforman con que J. D. Salinger sea un espléndido escritor escuálido. En lo mejor de su obra (The Catcher in the Rye, "A perfect Day for the Bananafish", "For Esmé – with Love and Squalor"), se aprecia una capacidad de observar y contar absolutamente superiores a las del resto de los mortales. Esas dos cualidades son las únicas características comunes a cualquier obra narrativa significativa. Eso es lo que desarma al lector, y lo que conmueve a sus lectores jóvenes: la sorpresa de que alguien entendiera y fuera capaz de contar lo que nosotros mismos no sabíamos de nuestra adolescencia. Y como los amores de la adolescencia, Salinger, de un modo u otro, nos acompaña siempre —aún a aquellos que ni siquiera nos atrevemos a confesarlo.

El error está en querer auparlo y convertirlo en un iluminado o un mesías. The Catcher in the Rye es el relato de un adolescente incorforme al que expulsan de la escuela, no un evangelio cifrado ni un manual de masturbación filosófica. No hay que descifrarlo ni masturbarse. Pero vete y trata de explicarle eso a los idiotas...

Ojalá pudiera decir algo más en su defensa, pero quizás la única característica redimible de este buen señor fuera su timidez. No dudo que sus admiradores lo llevaran a borrar el universo que quedaba al otro lado de la puerta de su casa. Se entiende que recurriera a esa cura radical para escapar de semejante idolatría. Lo cierto es que en un mundo de exhibicionistas, conmueve que alguien prefiera el anonimato y la reclusión; que sinceramente considere que la tarea del escritor es escribir, y que publicar no es más que una "interrupción" indeseable. Con la magnífica excepción de Marcel Duchamp, no recuerdo otro ejemplo de modestia intelectual semejante en los últimos cien años. Joyce Maynard —su Abisag— asegura que Salinger seguía escribiendo varias horas cada día en la época en que vivieron juntos. De ser cierto, nos esperan sorpresas o decepciones: una suma de malentendidos que posiblemente no añadirán nada a su obra ni lograrán redimirlo de la devoción de los idiotas, pero que será difícil resisirse a leer. Que en paz descanse, o mejor, que lo dejen descansar.

14 comentarios:

  1. Al menos a mi así me lo pareció. Le paso tu comentario a Tersites, Vero. Gracias.

    Por cierto, hace unos días mandé a alguien para tu blog. Se trata de una periodista que está haciendo un estudio sobre las denuncias de las violaciones que comete el gobierno cubano. Le dije que no podía dejar de hacer una citación a Evidencias, pues ya son muchas las personas que han hecho su aporte en tu blog narrándonos su historia. También le subrayé que esa era la misión de tu bitácora. Saludos para ti.

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  2. Ultimante se escriben muchas estupideces de J.D Salinger, pero creo q Tersites este, sera dificil de superar.

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  3. Anónimo, Tersites no hace más que expresar sinceramente su criterio. Personalmente, considero que Salinger es buen escritor, pero estoy de acuerdo con muchas de las cosas que Tersites expone en su artículo. Por eso lo publiqué, para darle mayor difusión porque como bien dices "Ultimante se escriben muchas estupideces de J.D Salinger (...)".

    Si al menos tuvieras la delicadeza de hacernos saber qué piensas tú del escritor en cuestión el diálogo que permite esta sección se vería enriquecido. ¡Pero ni siquiera eso haces! ¿O será que eres del grupo de los adoradores y te sientes aludido?

    Por cierto, yo no modero comentarios, pero no vengas aquí a ofender ni a insultar a los que se expresan en este espacio. Si te parece, regálanos el honor de dejar un comentario inteligente. De lo contrario, limítate a hacer lo que hacen tantos: pasa, lee y sigue de largo.

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  4. Mientras no vuelva a imperar el analfabetismo generalizado de hace 8000 años Salinger será una referencia inequívoca.

    Es cierto que hay muchos tontos que lo adoran, ¿y qué? Lo mismo pasa con el buen vino y eso no lo hace peor.

    Ahora bien, si hay que ser categórico, esa Teresita se equivoca: los imbéciles que no conocen y/o no aprecian a Salinger son muchos más.

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  5. Estimado Güicho, anoche le respondi su comentario y ahora constato que no se publico. Estoy enredada con la lectura de unos articulos que debo avanzar antes del medio dia. Hoy en la noche le hago una nota. Gracias por pasar y comentar.

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  6. Me declaro un idiota admirador de lo bueno.

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  7. Eduardo, pues enhorabuena y bienvenido al club.

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  8. Aqui la respuesta de Tersites para "el cronico".

    Güicho:

    Es cierto, en general es injusto culpar a un autor por sus lectores pero, como dije en el artículo, decidí ser injusto porque son demasiados lectores chalados para un solo autor. Pero tienes razón cuando me indicas que ignoro a todos los idiotas que no leen a Salinger, que han de ser una inmensa mayoría. Gracias por el comentario.

    Tersites

    February 4, 2010 11:27 AM

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  9. Creo que Tersites tiene envidia.

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  10. Excelente artículo. La modestia o la timidez de Salinger fue su mejor atuendo. El hecho de que el tipo haya decidido renunciar a la idolatría de unos cuantos y se haya puesto a escribir sin querer que lo publicasen habla de un hombre sumamente valiente, al que sólo le interesaba escribir y punto. Qué pocos se dan cuenta del valor de esas pocas líneas que escribió Tersites, que resumen a uno de mis escritores favoritos. Gracias Tersites.

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  11. Para el primer anónimo, si no entendiste la peculiar alabanza que hace Tersites de Salinger, el artículo mío que sigue es una interpretación de sus palabras. O sea, ahí te lo explico claramente y sin sarcasmo.

    Para el segundo anónimo, me alegra que hayas captado el mensaje de Tersites. A mi me parece un buen texto. Disfruto mucho su sentido del humor y forma de escribir.

    A todos, saludos y gracias por pasar y cometar.

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  12. “Todos se sentaron y permanecieron quietos en su sitio, a excepción de Tersites, que, sin poner freno a la lengua, alborotaba. Ese sabía muchas palabras groseras para disputar temerariamente, no de un modo decoroso, con los reyes; y lo que a él le pareciera, hacerlo ridículo para los argivos. Fue el hombre más feo que llegó a Troya, pues era bizco y cojo de un pie; sus hombros corcovados se contraían sobre el pecho, y tenía la cabeza puntiaguda y cubierta por rala cabellera. Aborrecíanle de un modo especial Aquiles y Ulises” (Ilíada, canto II, vv. 211 y ss.).
    Tersites, Teresita? Excelente artículo sobre Salinger.

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  13. “Todos se sentaron y permanecieron quietos en su sitio, a excepción de Tersites, que, sin poner freno a la lengua, alborotaba. Ese sabía muchas palabras groseras para disputar temerariamente, no de un modo decoroso, con los reyes; y lo que a él le pareciera, hacerlo ridículo para los argivos. Fue el hombre más feo que llegó a Troya, pues era bizco y cojo de un pie; sus hombros corcovados se contraían sobre el pecho, y tenía la cabeza puntiaguda y cubierta por rala cabellera. Aborrecíanle de un modo especial Aquiles y Ulises” (Ilíada, canto II, vv. 211 y ss.).
    Tersites, Teresita??? Excelente artículo sobre Salinger.

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