viernes, 1 de enero de 2010

The Beatles forever, entre tradiciones cubanas y montrealenses.


Imagen tomada de Internet: Fête la Saint-Sylvestre o le Réveillon du Jour de l'An, Montréal, con los fuegos artificiales al fondo y miles de personas de distintas partes del mundo celebrando en sus calles. 

Ayer, tras brindar a las doce de la noche por el nuevo año, llamamos por teléfono a La Habana. No pude hablar con mi madre. Me respondió mi abuela con su voz octogenaria visiblemente emocionada. Me contó que mi madre y hermano habían bajado, junto a los demás invitados que habían estado en la fiesta de fin de año en nuestra casa, para cruzar la calle con unas maletas.

Para quienes no estén al corriente de esta práctica, devenida ya una tradición, tan folclórica como la de lanzar el  cubo de agua para que se vaya lo malo, hago aquí un paréntesis y explico en qué consiste.

Como casi todo el mundo sabe, en los últimos veinte años para los cubanos irse de su tierra  ha pasado a ser una de las prioridades de todo aquel que tenga algún tipo de aspiraciones respecto a su futuro personal o profesional. Sobre todo,  vemos este interés en los jóvenes. Ellos no se resignan a vivir según los caprichos del gobierno cubano que les impide prosperar y tener una vida en la que sean ellos quienes decidan por sí mismos acerca de lo que quieren o no para su futuro.

Por eso, para que la suerte les sea propicia en el año que comienza, el 31 de diciembre a las doce de la noche las personas se paran en una acera con maletas y cruzan al otro lado de la calle. Para muchos, esto ya forma parte de las tradiciones cubanas de esa fecha. Podría decirse que esta es otra de las tantas  cosas absurdas que los cubanos le debemos al castrismo.

Si nos ponemos a pensar, es algo bastante triste porque al final, muchos de quienes evocan ese deseo de emigrar en ese momento, a corto o largo plazo terminarán por cumplirlo. Así se va eternizando este ciclo del exilio cubano en donde primero se sueña con salir y luego, una vez que se está del otro lado -como  lo estamos ahora mismo más de dos millones de cubanos desperdigados por todo  el mundo-, sentimos nostalgia de los parientes y amigos que quedaron atrás en nuestra isla. Pero como suele sucedernos, en el momento de cruzar la calle e incluso "el charco" -como le llamamos por igual al mar o al océano que nos separa del mundo-, todo transcurre entre risas y bromas, sin detenernos siquiera a pensar en todo lo que eso implica.



Mientras esperaba el regreso de mi madre a su casa, yo estaba aquí, "del otro lado del espejo," en mi hábitat canadiense, compartiendo en casa de  los Gregori, unos amigos que han pasado a ser parte de mi familia del exilio. Allí comenzamos el 2010 cantando con el nuevo programa The Beatles para  el XBox 360. Mis niñas tocaban guitarra; Randy, el hijo de mis amigos, quien es un verdadero "mordu" de los juegos electrónicos, tocaba  la batería mientras su padre y yo nos desgalillábamos cantando siguiendo el Karaoke. Nos divertimos mucho. Sin duda, fue una ocasión de oro para que mis hijas reivindicaran los juegos de video ante su descreída madre.

Después de más de media hora subimos y volví a llamar a mi madre. Me contó de la fiesta y la cena, también de la pasadera de calle transcurrida entre risas, esta vez aderazada con la idea de mi hermano de ir tocando una campana mientras pedía salir para cualquier lugar de este mundo. Me reí, por supuesto, porque alguna vez yo misma hice eso con mis amigos, pero ahora reía con cierta tristeza, con el sentimiento de quien sabe lo que está por venir.

A nuestro regreso a casa, estaba nevando. Todo estaba cubierto por una fina y blanquísima capa de nieve, verdadera bendición del cielo. Eran casi las 3:00 am y aún en las afueras de Montreal todo estaba iluminado, lleno de autos que circulaban en diferentes direcciones. Los restaurantes y bares habían trabajado hasta bien tarde. La gente celebraba con auténtica alegría, esa que se genera cuando uno tiene proyectos e ilusiones que lo ayudan a vivir.

Mientras conducía pensaba en la familia, en los momentos de alegría tan efímeros que el gobierno cubano nos cobra a precio de oro por todas las vías posibles (teléfono, permisos de salida, tarifas absurdas de pasaporte...).

En mi cabeza resonaban aún las melodías de los temas de The Beatles y yo, contra toda adversidad, insistía en mirarle el lado positivo a la vida.


Foto de la calle 23 en La Habana durante la noche del 31 de diciembre 2009. © Cubano Sol, del blog Fotos desde Cuba 

Hoy, visitando los blogs, encontré esta foto de cómo se veía La Habana en la noche del 31 de diciembre 2009. Una ciudad apagada, sin el brillo ni la alegría que otrora la hicieran  famosa a través de los años. Singular contraste entre las escenas que me describió hoy mi tío en un mensaje de lo que fue el espectáculo de fin de año en Ferrara, Italia. También entre lo que sabemos que ocurre aquí en Montreal, donde los fuegos artificiales se elevan en el cielo sobre el Viejo Puerto en una danza alucinante, al final de la fiesta de San Silvestre.  A las doce en punto de la noche, cuando comienza el nuevo año,   miles de personas  provenientes de diferentes lugares del mundo brindan, se abrazan y se besan con verdadera alegría de vivir en las calles de ese centro histórico, muy a pesar de las frías temperaturas de diciembre.


Imagen tomada de Internet: Grand Bal du nouvel an 2009, Place Jacques Cartier, Vieux-Port de Montréal, 2009.

El contraste entre estas tradiciones, nacidas de dos realidades tan opuestas,  ha llenado mi primer día del nuevo año. El mismo ha transcurrido en un letargo provocado por la gripe, una de esas rompe huesos que me ha dejado el entra-y-sale del frío al calor (y viceversa) en estos días de fiesta.

Un poco más tarde, en la noche, Tele-Québec retransmitía el concierto que diera Paul Mc Cartney en les plaines de Abraham (las llanuras de Abraham) con motivo del cuatrocientos aniversario de la fundación de la ciudad de Quebec, en 2008. A pesar de mi malestar físico y anímico, la música del cuarteto de Liverpool, eterna como la belleza misma, volvió a sumergirme en un estado de emoción.

Entonces, sin motivo aparente y muy a pesar de los nubarrones que vaticinan un cielo igualmente tormentoso allá en el terruño para este año, insistí en cantar junto a Sir Paul Mc Cartney su inmortal "Let it Be". Yo quiero ser optimista. Y es que, como dice el poeta y activista cubano Jorge Salcedo en sus predicciones para Cuba en 2010, "pasará lo que hagamos". 


8 comentarios:

  1. Is, qué lindo post!!

    No sabía lo de cruzar la calle con maletas en mano... es en realidad la única esperanza de muchos cubanos hoy en día: irse del país.

    A mí mi papá me puso un avioncito de plástico en la base de un arbolito de Navidad improvisado (maceta con una areca con motas de algodón) en las Navidades de 1998. En el 99 estaba yo en Alemania...

    Un beso grande para ti!!!

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  2. Esa evocación por parte de tu padre estuvo buena. Y mira si fue eficiente, jajajajaja!!! Pero es muy cierto que es triste que los más jóvenes (y actualmente, casi toda la población) tenga como meta salir del país para poder resolver sus problemas y sentirse realizado en cierta medida. Eso es síntoma de desesperanza, de impotencia, también de desamor y falta de confianza en en sí mismo y en el prójimo para poder cambiar las cosas allá adentro.

    Claro, en el caso de Cuba se dice fácil pero no lo es. Se trata de un sistema macabro y la gente al final saca una cuenta muy sencilla: hay que vivir. Pero ya va siendo hora de sacudirnos esa inercia y pensar que si no lo hacemos nosotros, nadie vendrá a cambiar las cosas en lugar nuestro. Después de todo, ya lo dice el viejo Paul: "the movement you need is on your shoulders". Que bien a lo cubano se reduce a un "caballero, hay que echar pa'lante!" ;-)

    Respecto a las tradiciones, sí, Cuba está llena de ellas. Somos un pueblo muy folclórico y yo no puedo impedirme pensar en todas esas cosas que casi siempre encierran tanta gracia y relajo y nos ayudan a pasar un buen rato en los peores momentos.

    Aguaya, gracias por pasar y comentar.

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  3. Isa, que post tan bello. Hasta el cubo de agua sacaste! Un feliz 2010 con mucha salud y prosperidad para ti y para tu preciosa familia.

    Saludos desde Londres.

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  4. Así es, Cuban, ya sabes lo ecléctico que somos como pueblo. Por eso tenemos tradiciones heredadas de todas partes como el vestirnos de blanco el 31 de dic. llevando algo, aunque sea un pañuelo, rojo, etc. También están las costumbres de la fecha que han surgido propiamente en Cuba, donde destacan el despojo, la maleta y tirar el cubo de agua "pa' afuera, pa' la calle, pa' que se vaya lo malo". Esas son las que a veces resultan incomprensibles para otros pueblos ;-)

    Mis mejores deseos también para ti y los tuyos en este 2010. Un abrazo, hermano.

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  5. Bueno, yo no crucé la calle, sino q le di una vuelta a la "manzana", con un maletín d viaje, y los 4 trapos q tenía dentro...en fin...q nos quedaba !?
    He leido este post con una mezcla d placer y nostalgia...
    Saludos desde mi rincónn del Mundo... y salud y suerte para este 2010..

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  6. Muchas gracias por tu testimonio, Michell. Si bajaste con el maletín a "moverte", viene a ser lo mismo. De hecho, ¡mira donde estás hoy! También te deseo lo mejor en 2010. Sigue deleitándonos con tu blog. Saludos desde Montreal.

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  7. Empezar el año posteando la canción más bonita de la historia de la música. Es genial...
    "En mi cabeza resonaban aún las melodías de los temas de The Beatles y yo, contra toda adversidad, insistía en mirarle el lado positivo a la vida."
    Me encanta :)
    Espero poder seguir leyendo por aquí :)
    Un saludo.

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  8. hola amiga, soy Robinson Quintero Ruiz desde Barranquilla, Colombia y deseamos poder contactarte para publicar este texto tuyo en nuestra modesta revista literaria, nos ha parecido muy vital y con una calidad estilística para estos tiempos, mi mail es sendadeperdedor@hotmail.com
    gracias y esperamos tu respuesta.

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