domingo, 21 de noviembre de 2010

American Airlines, la peor de todas


American Airlines, después de mi experiencia del viaje a Santiago de Chile, la peor de todas las aerolíneas que haya frecuentado en mi vida. Foto: Google Images. 

Todo empezó en el mostrador de American Airlines. Los encargados de hacernos embarcar estaban totalmente perdidos. Les expliqué mi necesidad de dirigirme a la oficina de NSEERS pero ellos insistían en que nunca habían escuchado hablar de algo así.

Respiré profundo y me dispuse a explicarles el asunto. Nada. Ellos sólo querían que me subiera al dichoso avión; lo demás no les importaba.

Intenté explicarles que como cubana que soy, no me podía dar el lujo de salir sin ese chequeo. De lo contrario, correría el riesgo de que a mi regreso por New York me devolvieran a Santiago de Chile.  Yo no podía hacer gran cosa. Ese era mi itinerario para a la vuelta poder llegar a mi destino final, mi ciudad de residencia: Montreal. 

Ellos seguían sin comprender de qué les hablaba. Entonces, les mostré la lista que me habían entregado en el aeropuerto de Montreal. A uno de ellos se le encendió el bombillo. Llamamos al número que aparecía debajo de la dirección indicada.

Una oficial anglófona que hablaba español confirmó que yo estaba en lo cierto: no podía salir de allí sin sellar mi pasaporte, so pena de perder mi derecho de volver a entrar a EEUU. Para los empleados, aquello era como hablarles en chino.


Vista parcial del aeropuerto de Miami. Fuente: Google Images.

Para colmo, la cosa se complicó de mala manera cuando le dije a la oficial que estaba en el Concourse A y buscaba la oficina del Concourse E. Sin perder la compostura, la oficial me indicó que esa oficina estaba cerrada. Tenía pues que dirigirme a la que estaba en el Concourse J.


Imagen que muestra la distribución antigua y la actual de los mostradores de LAN en el Aeropuerto Internacional de Miami después de su renovación. Como verán, tuve que ir de extremo a extremo.  Fuente: Google Images.

Cuando les expliqué eso a los empleados de la aerolínea comenzó la película de horror. Uno de ellos –que ya empezaban a parecerse a agentes de la Seguridad del Estado cubano- me quitó el boarding pass y el ticket de mi maleta para que la bajaran del avión. Sin hacer ningún esfuerzo, el muy desgraciado ya daba por hecho que yo perdería mi vuelo.

Yo estaba aturdida y no lograba pensar correctamente. En un acto de extremo sadismo el otro agente me anunció risueño que me encontraba en un extremo del aeropuerto de Miami y que la oficina a la que me debía dirigir quedaba en el otro. De modo que necesitaba salir del aeropuerto para ir caminando hasta allá.

Por supuesto salí, pero inmediatamente me di cuenta de que no tenía mis documentos del vuelo. Los sádicos de American Airlines me los habían retenido. Así, cuando intenté regresar para recuperarlos, ya era tarde. No me dejaron atravesar el control de seguridad para llegar a los mostradores.

Decidí arriesgarme. Intenté apurarme todo lo que pude, pero andaba en botas ya que cuando salí de mi casa hacía frío. Aquello fue una tortura. 

Cuando llegué al otro extremo nadie sabía dónde quedaba la dichosa oficina de NSEERS. Me indicaban un sitio al que no podía acceder. Todo estaba cerrado y cuando no, me decían que sin el boarding pass y mi ticket de equipaje no me atenderían.

Otra vez recurrí al teléfono blanco de información. Un amable empleado comprendió al momento lo que había ocurrido. Pero a esas alturas, el vuelo de American ya había partido y yo me había quedado varada en Miami.

Me sentía impotente y con unas ganas de llorar terribles. Por suerte, el cansancio me tenía alelada y había transpirado tanto corriendo de un lado a otro que ya ni siquiera me quedaban lágrimas.

Las opciones que me quedaban no eran muy alentadoras. Por lo pronto, debía esperar un empleado en el mostrador de LAN Chile, en el Concourse J, para ver cómo solucionábamos mi caso.

(Continuará)

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