Acaba de salir publicado en el sitio web “Por Cuba Todo”, una denuncia sobre el “Segundo Encuentro de Blogueros Latinoamericanos de Montreal”, un evento organizado por la Universidad de Quebec en Montreal (UQAM) desde donde se estableció una comunicación telefónica con la bloguera cubana Yoani Sánchez, y con una treintena de personas, todas relacionadas con la blogosfera alternativa de Cuba, que estaban reunidas en su casa allá en La Habana.
La denuncia —siguiendo la mejor tradición castrista de victimizar mediante la presentación de falsas víctimas— la hace un señor llamado Yuri Pedraza Gómez que se declara, sin el más mínimo sonrojo, director o presidente de la Comunidad Cubana en Canadá. Desconozco bajo qué grupo de ardides o presiones puede haber logrado este señor que alguien le diga que representa a los cubanos en este país. Lo único que puedo decirle es que si hacemos unas elecciones con voto secreto y directo, bien organizadas y supervisadas, en la que los cubanos residentes en Canadá puedan elegir a sus representantes, de una forma democrática, quiero decir, sin que la embajada o los consulados puedan saber por quién voto cada cual, no los elige nadie. Pierden, como perdió Fidel Castro en Cuba cada vez que quiso jugar a la democracia
Como es habitual en la propaganda del castrismo, esta denuncia incluye otra denuncia, que a su vez acusa con los estereotipos que utiliza la maquinaria ideológica del régimen cada vez que pretende impugnar la imagen de un opositor. Comoquiera que es bien difícil orientarse dentro de esa madeja no queda más remedio que ir paso a paso, mientras se señalan esos elementos esenciales que el castrismo siempre intenta esconder.
La segunda denuncia la hace una señora llamada Colette Lavergne; y salta a la vista, por el lenguaje que utiliza, que se trata de un ser humano acostumbrado a despreciar a las personas que no piensan como ella. Su texto es una colección de esas frases que utiliza el castrismo en sus descalificaciones. Dice: “red ilegal”, “no estoy segura de que ese sea realmente su nombre”, “continuó calumniando”, “una cosa como esa”, “a pesar del ruido”, “que se dice médico”, e “hizo algo ilegal”. Se trata, ya sabemos, de un proceso de deshumanización a través de la duda, la cosificación y la ilegalidad. Los cubanos llevamos décadas sufriendo esos ataques y, de alguna forma, hemos desarrollados dos capacidades frente a ellos, una es saber detectarlos al vuelo, y la otra es una suerte de inmunidad.
Esta denuncia de la señora Lavergne es también un ejemplo típico de otra “forma de lucha” que utiliza el castrismo: esa que pretende pasar un grupo de mentiras envueltas en insultos, de forma tal que los insultados se concentran en el daño que han recibido… y dejan pasar las mentiras.
Madame Lavergne miente a todo lo largo de su denuncia. Para empezar, el nombre del evento, bien claro en el poster que lo anuncia: Segundo encuentro de blogueros latinoamericanos de Montreal. Claro está que, por ocurrir en la ciudad emblemática de Quebec, el evento es, y tiene que ser, una reflexión sobre el papel de los blogs en la sociedad quebequense, y sobre el papel de la libertad y la democracia que todos disfrutamos en esta hermosa región, a la hora de expresar nuestras ideas e influir, con ellas, en la sociedad donde vivimos. Eso lleva, inexorablemente, a una comparación de las posibilidades que disfrutamos, aquí en Quebec, con las restricciones, censuras, y persecuciones, que sufren otros blogueros en nuestros países de origen. En ese contexto resulta casi imposible desconocer, o evitar, las experiencias de Yoani Sánchez, de Miriam Celaya, y de muchos otros blogueros cubanos.
Miente también la señora Lavergne cuando dice “yo fui la única que tomó el micrófono y habló con Yoani”. Eso, sencillamente, no es verdad. Otro de los logros de ese evento fue la posibilidad de que mucha personas, en el mundo libre, pudieran seguirlo en línea y comentar utilizando el chat.
Mientras Yoani y Miriam describían las absurdas limitaciones para conectarse a Internet en Cuba, uno de los asistentes en línea (por desgracia no conozco su nombre) propuso una idea muy interesante: iniciar una campaña mundial para declarar el derecho al internet como un derecho humano y universal. El Dr. Asdrúbal Caner, un cubano residente en Ottawa que también siguió el evento en línea, se hizo eco en el chat de esa idea. Así es que cuando los micrófonos fueron abiertos a las preguntas del público, la primera fue, y se la hizo Isbel Alba a Miriam Celaya, ¿qué creía ella de esa idea? Después que Miriam terminó de responder, Madame Lavergne tomó el micrófono y quiso utilizar a Yoani para pasar su mentira envuelta en insultos.
Lo primero que hizo Madame Lavergne, cuando agarró el micrófono, fue decir una frase que ahora no se atreve a repetir en su denuncia escrita. Madame Lavergne insistió, varias veces, y hay testigos, en que ella no trabajaba para el gobierno cubano. Ella era, simplemente, una persona que había ido a Cuba, casi todos los años, durante diez y siete años, “a trabajar con los campesinos”. Ese fue el insulto en el que quiso esconder la mentira que traía preparada. Un insulto a las decenas de miles de cubanos que tenemos prohibida la entrada, el regreso, al país donde nacimos; un insulto a la inteligencia de todos los quebequenses que saben que los cubanos tenemos que pedir una autorización (muchas veces denegada) para volver a nuestro país, y un insulto al derecho de la sociedad quebequense a saber la verdad sobre Cuba.
En ese momento me levanté de mi silla e intenté hacerle ver dos cosas a Madame Lavergne: la primera, que ella sí trabajaba para el gobierno cubano, y la segunda, que en una sociedad libre y democrática, como la de Quebec, no hay nada de malo en trabajar para el gobierno cubano, siempre que se tenga la decencia de no mentir al respecto. Intenté explicarle otras cosas y todo el tiempo me estuvo mirando como miran los fanáticos a sus víctimas. Intenté explicarle, por ejemplo, que la inmensa mayoría de las personas que visitan Cuba, sean cubanos o extranjeros, trabajan para el gobierno cubano, ya sea de una forma activa, mintiendo a su favor, o de una forma pasiva: guardando silencio sobre los desmanes que ven en la isla. La señora me habló entonces de los aviones repletos de cubanos que viajan, todas las semanas desde Montreal a La Habana. Le dije que esos son cubanos que han decidido ejercer su derecho democrático, y para mí sagrado, de guardar silencio; pero otros, los que deciden lo contrario, como yo, que me cansé de callar, no podemos volver. Su respuesta fue otro insulto: No puedes regresar porque hiciste algo ilegal allá. Ya en ese momento me di cuenta que estaba hablando con una persona que es irreductible por la lógica. Así y todo hice un esfuerzo final, casi un ruego, para hacerle ver que no hay nada, y nunca ha habido nada ilegal en mí. Le expliqué que soy médico, bioquímico, biólogo molecular, escritor, cualquier cosa que ella quisiera, menos un delincuente. Ahora tengo claro, por su denuncia escrita, que ni por piedad pudo considerar la idea de que yo estuviera en lo cierto.
Ahora también sé, cosa que no imaginé en aquel momento, que Madame Lavergne tiene o se beneficia, de una empresa de turismo o viajes a Cuba, que cobra una cantidad exorbitante de dinero para llevar quebequenses incautos a nuestro país, y ponerlos a vivir junto con los campesinos, y a trabajar mucho menos que lo nosotros hicimos durante nuestra juventud, en las escuelas al campo, sin que nadie nos pagara un centavo, sin que nadie nos los agradezca hoy. Madame Lavergne aprendió a lucrar con nuestro dolor. Por eso tiene que mentir de una forma tan simplona como la ideología que cree defender.
Para Madame Lavergne las dificultades de los blogueros alternativos para conectarse a Internet son consecuencia de limitaciones tecnológicas y económicas, ajenas a la voluntad del régimen que ella defiende. Una vez más el castrismo recurre al viejo truco de presentarse como víctima de otros, y no de su propia incapacidad. Una vez más los voceros del castrismo pretenden barrer bajo la alfombra el acoso a los blogueros, la escucha de sus conversaciones telefónicas y el corte de sus líneas, las citaciones a las estaciones de policía, las detenciones arbitrarias y violentas en medio de la calle, y una campaña internacional de descrédito que el castrismo paga con el dinero del pueblo cubano. Nada de eso existe: el asunto es, según está señora, económico, y la culpa, claro está, la tienen los americanos.
En el plano económico, sin embargo, Madame Lavergne también insiste en barrer bajo la alfombra algo que los cubanos de mi generación conocemos al dedillo. Según la doctrina marxista, que nos enseñaron en la escuela, la política está supeditada a la economía y, por tanto, el socialismo es, y tiene que ser, antes que todo, un sistema económico capaz de derrotar, económicamente, valga la redundancia, al capitalismo. No en balde la primera ley de la economía política del socialismo, que nos hacían repetir hasta el aburrimiento, es la satisfacción de las necesidades cada vez más crecientes de la población. Y eso fue algo que Fidel Castro nunca se cansó de repetir, comeríamos más carne que los argentinos, beberíamos más leche que los holandeses, y en el peor de los casos: tendríamos una dieta basada en la malanga. Ahora resulta, medio siglo después, que la falta de carne, leche, malanga e internet, es culpa de ese mismo capitalismo que ellos juraron derrotar económicamente. Sería de risas si Cuba no estuviera como está.
Dos grandes conclusiones se derivan de lo que Madame Lavergne intenta esconder con sus mentiras: El sistema y su doctrina económica son una farsa, o las personas que se han encargado de llevarlo a la práctica (los castristas) son unos incapaces. Cualquiera de esas dos conclusiones lleva a la misma solución que casi todos los cubanos, en silencio o a voces, estamos pidiendo hoy: cambio.
César Reynel Aguilera
Montreal
Buena noticia
ResponderEliminarhttp://abiculiberal.blogspot.com/
Para quien dejó el link arriba: creo que la envidia vuelve loca a mucha gente. No pierdan más su tiempo. Los bloggers de "Voces cubanas" seguirán recibiendo premios. Son jóvenes en su mayoría, talentosos y comprometidos con la causa de la democracia en Cuba. Una pena que mucha gente no acabe de entender eso.
ResponderEliminarTienes mucha razon.
ResponderEliminarhttp://cambiosencuba.blogspot.com/2010/10/los-blogueros-se-divierten.html
Porno regresa
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=8XO6EwfmImY&feature=player_embedded
En realidad nada me extraña que la Sra. Lavergne haya sido "designada a cubrir la actividad" de los blogueros de Montreal, ya la darán su medallita por "brigadista de respuesta rápida internacionalista" en La Habana, y es muy probable que sea de las que se hicieron en la URSS y que mandaron en un stock suficiente para 1000 años, parafraseando el delirio hitleriano del "Reich de mil años". Cada día que pasa se parecen más las manifestaciones de las dos extremas ideologías del siglo XX: fascismo y comunismo, la última de las cuales aun arrastramos en Cuba en pleno siglo XXI.
ResponderEliminar¡Ay, Raúl, cuánta verdad encierran tus palabras! De esa Sra. no me asombra nada. Lo peor es que te vengan a explicar -como si uno fuera un simple turista o un subnormal- "la realidad" del país del que tuviste que marcharte porque no cabías en él. Como explica César, parece que a algunos les resulta fácil lucrar con el dolor ajeno.
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