Por ejemplo, en el caso de los canadienses, dejar de pasar sus vacaciones bajo el sol de Cuba forma parte de esos sacrificios que no están dispuestos a hacer.
Fuente: IMDb
Hace ya muchos años el cineasta Denys Arcand, uno de los intelectuales quebequenses más lúcidos de estos tiempos, lo resumió magistralmente en su célebre Le déclin de l'empire américain.
Para Arcand, estas son sociedades enfermas y decadentes donde lo único que está valorizado es aquello que nos brinda un placer inmediato proporcionándonos un sentimiento de falso bienestar con nosotros mismos.
Así pues, determinado tipo de activismo también forma parte de esos pequeños esfuerzos que algunos ciudadanos se permiten para poder mirarse al espejo cada mañana. Por eso se convierten fácilmente en simulacro pues ahí no cabe nada que conlleve gran esfuerzo.
Se trata sobre todo de defender "causas" que nos devuelvan una imágen agradable sin interferir con nuestra idea societal de la felicidad.
De modo que hoy en día en países que podrían hacer toda la diferencia, el verdadero activismo, ese que hace posible que las cosas cambien, se ve afectado por la más prosaica de las discriminaciones. Esa que nos dicta nuestra hedonista subjetividad: la satisfacción de nuestros deseos más básicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Y qué tú crees?